Surcas el mar de mi espalda
en proa de un tiempo indefinido;
un vaiven mueve volcanes marinos
aumentando tus sentidos.
No quiero luces de faro
que orienten tus desvaríos
y ancle en otro destino.
Aborda ese viaje conocido
por la espalda hasta mi pelo.
Te enredas en él
y cantare para ti
si mitos de sirenas.
Sólo la sal de las mareas
sacará nuestros besos mojados
empapará el sudor
en brillo de cristales y en este instante,
se eclipsará, ese amago de locura,
donde el velero si luces de ningún faro.
Llego hasta la cima en perpetuo deseo,
guardándolo en el mar
que llevaba el velero.
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