El silencio de la noche fue herida por un suspiro,
sombras entrelazadas en la cama.
Las caricias besan
cada centímetro de tu piel
en tus valles y montañas germinaron
mis tentaciones y nació en tí el deseo.
Tus piernas se abren a mis ganas
permitiendo al fálico acompañante de mis juegos,
a bañarse en la húmeda frente de tu placer.
Remojándose en tu saliva e introduciéndose en las profundidades
de tus carnes.
Enmudeces.... Gimes...
y la cama grava en su memoria tu movimiento
te estremeces, gritas mi nombre,
me abrazas y tus uñas marcan mi espalda...
Para recordarte que esta noche
el infierno y el cielo fundieron en tu sexo y yo
atice tu fuego y te helaste y gritas y caes rendida.
Con un te amo en los labios
y placer en tus ojos.
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