Deja que tu vestido caiga sobre tus pies y dime
si te ves bella -Dijo él.
Ella se quitó primero la única prenda que llevaba debajo, unas braguitas blancas de algodón y sin más adornos que su vestido corto de vuelo, se bajo primero un tirante, luego el otro, un poco más hasta dejar sus pechos al descubierto, sintiéndose rozada por la mirada del hombre.
Se puso una mano en cada seno y los acarició desde abajo, dejando entrever sus pezones oscuros, grandes y siguió moviendo las manos hasta que se transformaron en dos hermosos montículos sobre esos perfectos pechos y continuó amasándose sutilmente hasta que decidió no torturar más a su obediente espectador.
Tu mirada me acaricia la piel, me gusta y continuo bajandose el vestido que, descubriría poco a poco su cintura, esbelta, sus caderas de suaves formas, sus muslos y lo que encerraban entre ellos... Y lo dejó caer sobre los pies, adivinando todos sus secretos.
Retiró con un pie el vestido del suelo y dijo:
Ahora podrías cubrirme de amapolas, podría bailar para ti, girando y girando , podríamos imaginarnos en un reino donde solo existimos nosotros, pero lo que haré será recostarme entre el suelo y la cama, delante de ti y demostrarte que me encuentro bella, porque me lo dice tu deseo, y enseñarte como me amo para que sepas como puedes amarme... Y me voy a acariciar mientras espero a que no puedas resistir mas.
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