Desnudo palabras y visto sentimientos bajo las transpariencias de un camisón negro,
dejando dormir esta pasión que oculta mi cuerpo.
Me abandono a tu boca y sobre cada uno de tus insinuantes labios me pierdo entrelazando besos.
Cubro mi piel de esperanzas con caricias, enmascaradas en la suavidad de un pétalo de rosa.
Carne a dentro vagan mis sentidos en busca de la humedad de una noche eterna que nos hace prisioneros
el uno del otro, en la mas dulce prisión de deseos.
Tus piernas apresan las mías para vaciar el cáliz que poseo, bebiendo como naúfrago sediento, avanzando temeroso, al ritmo mojado de tu lengua empapando mi piel, tatuando la yema de tus dedos en cada poso de mi ser.
Tu boca y la mía comparten el mismo lenguaje, anclándose la una en la otra, con lujuria transitoria, tejiendo
hírvanes de espuma para abrir la antesala de los deseos.
Sin tus besos no se enciende mi llama, sin tus manos no agonizan mis adentros de mujer, aquellos que yacen dormidos; pasiones ocultas que escondo tras la bata que me abriga.
Pienso en tus dedos apuntando claramente a la diana de mi entrepierna, averiguando la trama de aquellos movimientos, que derretirán mi carne y mis huesos. No temo los horarios en que tu espada mancillara el sótano de mi cuerpo, ni la bella obscenidad que siento en el seno de mi vientre, demandando palabras ungidas en silencios condenadas a la cadena perpetua de tus besos.
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