El:
Hicimos el amor, hablamos en susurros de nuestros proyectos y volvimos a hacer el amor.
Poco antes del amanecer yo me adormile ligeramente, tu, mi bella en cambio, permaneciste despierta,
contemplando las facciones de mi rostro a la luz del fuego de la chimenea.
Mientras pensabas en el viaje de espacio y tiempo que me había conducido desde mi lugar de residencia,
hasta aquella cama de hotel donde nos dimos caricias y besos...
Desde el alma hasta los pies...
Te aferraste a este hilo de esperanza, sabías que me gustabas mucho
eso no había cambiado.
La misma noche anterior habíamos hecho el amor de forma frenética, como alguién que saciara una sed terrible.
Y después de que yo quedara satisfecho, habías rodado encima de mí, besándome con avidez jadeando entre mi barbilla mientras gozabas una y otra vez.
Que la piel nos brillaba entre el sudor y la excitación de nuestros deseos y placeres...
Me quede dormido entre tus brazos y tu piel con mi piel se enjugó de sensaciones que aún recuerdo en mi mente al pensarte.
Ella:
Hicimos el amor como si fuese este el último suspiro de nuestras vidas, consumidos entre el deseo y la pasión de nuestra piel desnuda y volvimos a hacer el amor.
Tu te quedaste un poco adormilado, cansado de la entrega yo te observaba; como quien observa un escaparate de pasteles embelesada con tan ricos manjares y que sólo yo los iba a degustar...
Tu piel toque cuidadosamente con las yemas de mis dedos porque no se si vivía un sueño o una realidad.
En la habitación del hotel tras los ventanales se veía la luna que bailaba con su luz en nuestra cama iluminando tu desnudez...
Y tu te despertaste, me miraste me acerque a tus labios nos besamos y te volviste a dormir con una sonrisa en los labios.
Me acerqué a ti y me acurruque en tus brazos y mis ojos se cerraron y mi piel se relajo.
En mi olfato se quedó el perfume de nuestras pieles cuando hicimos el amor.
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