Se que me observas, que me deseas, que anhelas entrar en mí,
que tus pensamientos son pecaminosos y eso me gusta, me recorre
un hormigueo en mi ser al sentirme el centro de tus ambiciones sexuales,
pero me gusta encenderte aún más.
Por eso me visto provocativa con los botones de mi blusa
a medio abrochar, dejando entrever mis redondos y firmes pechos,
agacharme delante tuya marcando mis caderas y mi trasero.
Dejarme caer en el dintel de la puerta para que los rayos de sol traspasen
mi fina falda y al trasluz definan mi muslo al tiempo que observo
como el volumen de tu miembro va en aumento, despertando tu instinto
depredador y me beses con pasión y me abrases con desenfreno...
Me recorras entera con tus expertos dedos y me poseas encima de la mesa
con pretenciosa inmoralidad y de mi boca salgan obscenidades.
Hacia tu falo por el indescriptible placer que me produce. Y sólo entonces
al verte incendiado de enardecimiento abre culminado mi propósito
de que me ames con la lujuria que me colma.
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