Tendida en la orilla del mar,
desnuda, la espuma del agua te envuelve.
El ir y venir de las olas cubren tu cuerpo,
como un amante apasionado.
La arena sirve de tálamo,
donde retozas a tus anchas,
la luna es testigo de mil caricias,
mil besos y arrumacos.
Las estrellas se enredan en tu pelo
haciéndote mas bellas.
Me miro en los luceros de tus ojos,
que me piden que te abrace,
que te ame, que te posea,
me dicen que la humedad de tu sexo
no proviene del mar
sino de la necesidad de sentirme
llena de ti, yo te contemplo embelesado
con terror a romper la fragilidad
de la hermosura.
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