Me atrevo a confesarte
como quien se condena al infierno.
Que tu piel es mi desvelo
en las noches de soledades
imaginarias.
Que tu boca me recorre
cuando el pensamiento me lo pide...
Que tu piel se ensancha
en mis manos...
Que tu solitario regazo es refugio
de mis suspiros, anhelos, deseos...
Me atrevo a confesarte y perdona si te inquieto,
que tu espalda es mi delirio.
La necesidad mas fértil
que pretende mi pecho...
que mis abismos te buscan exhaustos, resignados.
Que quemas mi cuerpo
mientras te siento...
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