con los botones de mi pecho,
provocando un estallido de humedad
en ese lugar cálido y ardiente de mi intimidad.
Y cuando las palomas de tus manos
inquietas descendían al jardín
del deseo, buscado tu boca...
Beber la miel de ese pequeño océano
donde se perdían tus labios y tu lengua inquieta,
hasta ahogar la fuerza de tu interior...
Naufragando en oleadas de placer
y gemidos de pasión,
muriendo poco a poco, piel a piel
en el eterno abrazo del amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario