Las horas ya eran largas desde antes que te fueras,
como sí los minutos se aferraran al pasado,
como si las mañanas hubieran olvidado el ritual
para nacer.
Yo me quedaba esperando en la puerta
aunque, ¿De que sirve la paciencia
cuando tus manos ya no reconocen rostros?.
Cuando brincas entre espacios de insomnios
para mantenerse consiente.
Y la esperanza de regreso que dejaste
no deja de preguntarme por ti,
si volverás!!, si sabes donde estamos?,
si nos extrañas,
me cuestiona sobre la razón por la que decidí
seguirte, y ya no tengo las respuestas.
Y yo me quedo en este espacio
donde ya no se sabe de días.
Donde soy ; pero no me reconozco
donde estoy; pero no me encuentro
donde hablo; pero ya nada hay de cierto.
En ese espacio donde sólo existes tú
y mi mirada te busca y quiere encontrarte
aunque sea dormido en mi.
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